viernes, 20 de noviembre de 2015

Transferencia de conocimientos básicos

Las culturas antiguas consideran que cada territorio cedido por los Dioses consta de nivel de arriba donde habitan los Dioses y los Espíritus; el nivel donde vivimos ahora, y el nivel de abajo, de donde provenimos.
Cuando la persona muere, se desprenden tres espíritus suyos: uno va arriba, donde vive el sol, es como la semilla de la gente, que al llegar allá no se enferma ni muere más, sino que vive cómodamente.
Allá están también los árboles matrices y si los espíritus de arriba comen mucho sus frutos, los árboles de este mundo producen grandes cosechas.
Otro espíritu del fallecido queda en este mundo, en la selva y puede hacer mal a quien no quiere.
Un tercer espíritu va abajo, a las casas de las dantas y los venados, con quienes se casa y tiene hijos, por lo cual dantas y venados no deben ser cazados aquí, porque son parientes o inclusive antepasados.

Todos los habitantes de abajo "bak münü" pueden ayudar a la gente a curarse cuando están enfermos, o a conseguir alimento.
La enfermedad puede ser causada por ataques de dardos espírituales de los espíritus de los muertos o de los "takueyí" que viven arriba y también lanzan los rayos cuando están furiosos, o pueden venir a hacer daño a este mundo.
También una persona viva puede aprender a lanzar dardos de enfermedad o a curar las enfermedades. La medicina tradicional de los antiguos se basa en las curaciones por poder espiritual. También practican procedimientos físicos, como un sonido que hacen las mujeres sobre la parte afectada, para que salgan los nuches (Dermatobia hominis); y usan algunas plantas medicinales como las hojas de "wamao" (Siparuna decipiens) para curar picaduras de la hormiga yanabe (Paraponera clavata) y la fiebre; la corteza del fariñero (Clathrotropis macrocarpa) para curar llagas; o un helecho (Niphidium crassifolium) y la corteza de "burikúi" (Philodendron victoriae) para curar la picadura de algunas serpientes.
Se considera que la salud depende de la integridad del 'éoro', una sustancia rojiza que rodea a la persona como un aura, que puede ser vista sólo por algunos en ciertas circunstancia y que puede ser dañada o reconstruida por poderes espirituales o físicos.


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